28 septiembre 2009

El hogar de la Torre






Da miedo pensar como puede ser el hogar de Torre, un arcano que destruye a su paso sin importar si estás preparado o no.
Puede que te de pequeños avisos antes de dar el paso pero estás tan cegado en tu "subida" que no ves más allá de tu nariz.
Antes de conocer al arcano XVI solia imaginar como sería su casa: "seguramente seria fria como el hielo; De piedra, donde el aire se colase por todas partes y terminase congelándote los huesos. Tal vez una prisión sin salida o una "casa" sin techo ni paredes que solo tuviese una puerta...." jajajajaja!! es tan poderosa la mente.

Un día, en una de esas caminatas donde, a veces, te llevan los pies, sin rumbo fijo, encontré a "Torre", a la orilla del mar, observando la nada, escuchando el sonido de las olas.
Su rojos cabellos ondeaban al viento como un millar de hilos cobrizos revoltosos. Sus mejillas sonrojadas por el sol sostenian dos grandes querubines verdosos llenos de vitalidad.
Era tan hermosa...y temerosa a la vez.

Me acerqué sigilosa, pensando que me echaría a patadas por romper su "momento de paz".
Notó mi presencia, se giró y mirándome de arriba a bajo, con una sonrisa, me invitó a una taza de te. Hacía mucho que nadie la visitaba y agradeció mi compañía.


Su casa coronaba un acantilado vecino. Desde ella se podía ver todo el océano.
Era todo lo contrario a lo que había imaginado en un principio: madera, calor de hogar, sencillez.. FASCINANTE!!



El porche invitaba a sentarse con su barandilla (faltaba un pequeño "columpio sofa" que tenía arreglando).

Al abrir la puerta eras recibido por un amplio salón con muebles de madera, reinado por una chimenea.
Me encantaba pero no entendía como, siendo la casa de madera, había construido una habitación, a parte, de piedra....

"Bueno"- dijo - " Llevo toda la vida cambiando de casa... no me suelen durar mucho, al menos por entero. Tras tantos derrumbes debido a malas bases creadas, y tántas pérdidas, hay una parte de mi vida que ya es, del todo, "solida". Es está, el salón, donde recibes gente y sabes estar a gusto en compañía, donde puedes disfrutar de buenas charlas sin temor a que te apuñalen, por eso la piedra. El resto, aún temo que pueda volver a venirse abajo, de ahi que sea de madera, no es tan hiriente" Su contestación me dió que pensar.


La cocina, no muy grande, tenia lo justo: nevera, regadero, armarios para los utensilios... Lo único destacable el GRAN horno donde se había propuesto aprender a cocinar con AMOR, asimilar como llevar el calor de tal sentimiento.

Torre era muy hermosa, le encantaba seducir, hacer sentir especial a esa persona pero, su amor, llegaba a ser destructivo si no lo manejaba, cosa común en ella. Esa parte de la casa era de madera.

El cuarto de baño sencillo: ducha, retrete, lavamanos, no más.
Me llamaron la atención las toallas. Tomé una aspirando su aroma... triste recuerdos surgieron entre las fibras del tejido.

Torre me observaba divertida: "lo has notado"- comentó -" en noches de añoranza o tras una dolorosa pérdida, cuando me siento hundida, suelo coser, tejer o bordar mi tristeza en toallas, sábanas, telas...etc para poder recordar lo que logré superar cuando estaba abajo del todo. Es el aroma del recuerdo"

Al dormitorio se accedia por unas escaleras construidas en la parte externa de la casa (le gustaba que la brisa se llevase las malas energías antes de ir a dormir, solía tener pesadillas y aquella "maniobra" le ayudaba a concilar el sueño entre los brazos de morfeo con una sonrisa en la boca).
Un cuarto acogedor, construido sobre el salón (parte de las paredes eran de piedra tb). El calor de la chimenea calentaba el suelo y contagiaba el ambiente de calidez y armonia.


Volvimos a bajar al salón para tomar la taza de té; comprendí, entonces, la clave de aquella casa: LOS VENTANALES CON VISTAS AL MAR!!!
No me había percatado de aquel tesoro hasta que Torre corrió las cortinas: Una terraza donde poder sentarse mientras la vista se perdía en la lejanía...

Recostadas en las sillas de la terraza, me explicó el por qué construir, sobre aquel acantilado, la nueva casa: "fué por las vistas".

El mar eran sus emociones: podían estar en calma como tan pronto con oleaje llegando a fuertes tormentas y, tras un periodo de tiempo, volver a la calma. Subir o bajar como las mareas.

El mar era su mejor amigo, su mayor confidente.



Fué una tarde expléndida.
La casa de Torre quitó muchos temores contruidos en mi mente. Cómo el arcano mismo tuve que destruir para volver a crear con mejores cimientos.


Antes de despedirnos Torre me regaló un cd: "escúchalo de vez en cuando, él te hará recordar lo que puedo llegar a pasar si dejas que el arcano XVI entre en ti pero te dará fuerzas para seguir adelante".


Al llegar a casa, impaciente, puse el cd:

5 comentarios:

Cristina dijo...

Shonen, la casa de la torre me ha dejado sin palabras. Más calidez donde yo experaba frialdad, y muchas cicatrices y tristeza, calmada por el ir y venir de las olas.
Me ha gustado mucho, y en un momento especialmente sensible de mi vida, me he sentido identificada.

Gracias por tu relato

Shonen dijo...

Gracias Cristina,

Antes de ser invitada por Torre pensaba igual pero, AL visitar su casa, comprendí que solo conocemos su primera fase.

Con el paso del tiempo, las experiencias, fue cambiando, aceptando y comprendiendo. Así vive hoy en día, tal vez, en un futuro, su casa sea diferente ;)

Gracias por tus palabras. :D

Aurora Díaz dijo...

Que interesante, Shonen. Lo más que me gustó es que, La Torre, es una mujer sincera que se conoce muy bien a sí misma... Conoce su parte luminosa, la que te mostró; y su parte sombría, de la que te advirtió.
¡Me gustó muchísimo!

Shonen dijo...

Muchisimas gracias Aurora.

Siempre me atemorizó este arcano pero la visita a su casa me hizo cambiar de parecer.
Tengo ganas de volver para que me cuente de sus "aprendizajes" (por muy duros que sean).

:D

Aurora Díaz dijo...

Claro que sí, este ejercicio es bueno repetirlo con el Arcano que necesitemos. La percepción del Arcano se modifica cuando entramos en su universo. Y es una manera de entender mejor ese arquetipo en nosotros mismos, en nuestra casa interior.