26 septiembre 2009

"La casa del Loco" Por: María de Jesús Verdú




El Loco vive en una roulotte pues lo percibo como un personaje errante incapaz de permanecer en el mismo lugar. Se manifiesta como un personaje cíclico, a quien le encanta empezar de nuevo, siempre en movimiento. En este sentido, no es para nada una figura estática sino más bien una posibilidad abierta. Su casa nunca va a ser fija, sino que tiene una estructura que le permite seguir el eterno caminar de su vida.

Detenerse para establecerse no es lo suyo, sin duda, él prefiere pasear, seguir sus pasos y en este caso conducir su propia “casa” hacia donde la vida lo lleve. No le preocupa en absoluto quedarse sin combustible pues sabe que alguien proveerá y que simplemente hay que dejarse llevar, mirando siempre hacia el horizonte de la carretera… Él conducirá hacia donde su Guía Emocional lo lleve.

Si el Loco se detiene es para apearse de su casa y para percibir la brisa, sentir la humedad de la tierra bajo sus pies, coger una flor y descubrir adónde le lleva ese sendero desconocido pero intrigante para él.

La roulotte del Loco tiene un carácter eminente práctico donde todo ha sido improvisado y donde un cierto sentido de refinada locura lo impregna todo.

Allí no hay nada oculto, sino que todo permanece a la vista. Su casa no tiene sótano pues esta figura no precisa esconder nada ni esconderse de nadie ni tan siquiera tiene secretos salvo los secretos de la existencia los cuales ha integrado de forma natural y que le sirven para confiar en el qué pasará y para comprender que la vida a pesar de sus golpes, en el fondo, es una aventura a su favor. En este sentido, el Loco ha sustituido la inseguridad por la confianza y por la emoción de lo desconocido. Si en el pasado tuvo algún trauma o miedo, ahora en el nuevo inicio va a pretender dejarlo atrás para hacer así más liviana la carga de su alforja. Así que el Loco va conduciendo por la vida y cada vez se siente más ligero, más en consonancia con el Universo… El Loco se muestra tal cual es, libre de esquemas, prejuicios y bajezas y no se adapta a ningún estereotipo social, no le importan las formas ni vive dominado por el exterior más bien se jacta de ello pues ante todo él se siente libre de ser todo lo que él puede ser en ese preciso momento. Es él mismo en su sentido más auténtico. Así que en su casa no hay objetos de moda ni cosas caras.

La roulotte no está muy ordenada ya que a la mente del Loco le falta madurar un poquito y avanzar en su camino de evolución personal. No hay cuadros ni fotografías ya que los recuerdos no son lo suyo pero la roulotte tiene todo lo necesario para iniciar un nuevo ciclo: tiene combustible, tiene una cama, un W.C., tiene un cuenco para comer y un vaso para beber, dispone de alimentos de primera necesidad, algo de ropa (no está plegada) y de dinero esparcido… ¡y de sus ganas de lanzarse a la aventura! También dispone de algún que otro compartimento para guardar: ¡la comida de su inseparable perro!: esa mascota adorable que lo comprende a la perfección y por quien siente ternura pues el perro no le pide ni espera nada a cambio, a diferencia de las personas. El perro no habla, así que nunca le lleva la contraria a su amo, sólo le sigue a todas partes… A veces el animalito mordisquea los talones a su amo, pero el Loco se lo toma como una muestra de cariño… Así es el Loco, no le gusta mucho profundizar ni que le contraríen. Así pues, en este aspecto el Loco es un poco “acomodado a veces hasta fresco, diría yo” en el sentido de que no es luchador y ¿por qué no? prefiere que se lo den todo hecho, por eso su casa es tan simple y no presenta ninguna sofisticación. Eso sí, está siempre ventilada ya que el loco no concibe la vida sin el contacto con el aire fresco. Su casa no presenta ninguna complicación porque el Loco tiene debilidad por lo fácil y lo sencillo…

¡Ni tan siquiera tiene ningún mazo de cartas! Al Loco no le inquieta el futuro ni las predicciones ni conocer las respuestas por anticipado, ¡eso es propio de los tarotistas!. Él no se agobia por esto pues es feliz siguiendo su camino y se ha convencido de que cada paso es producto de la libertad que lo embriaga... como si la libertad fuera un perfume que tuviera una fijación permanente en su piel… El Loco ha aprendido a sustituir la preocupación por la humildad y la paciencia y con paciencia sigue conduciendo su roulot...

A veces el Loco escucha en su viejo gramófono música propia bohemios, de notas desenfadadas y alegres pero sólo a veces porque el Loco también gusta del silencio que le lleva a adentrarse en esos pensamientos de libertad que tanto le gusta exteriorizar en forma de experiencias agradables.

3 comentarios:

Aurora Díaz dijo...

María Jesús:

Asi me gustaría vivir a mi. Amo la libertad, es el don más preciado; paradójicamente uno de los que menos se agradece. ¡Te felicito!

Ivana dijo...

Querida Maria Jesus,me fascino como rescataste el espiritu de este querido Arcano,meterme en ese relato me dio alas!
Maravilloso trabajo!
Te felicito,amiga!

Shonen dijo...

Si fuese en su Roulotte seguramente terminaría total mente enloquecida... JAJAJAJAJAJA!!!

Me ha gustado mucho la presentación del arcano.

A veces me gustaría ser como él, de desordenada y libre.

Felicidades :D